La clementina es un fruto cítrico híbrido, proveniente de la hibridación entre mandarina y naranja amarga, de donde proviene ese característico sabor agrio, pero a la vez también dulce.
La historia tradicional dice que el origen de las clementinas fue una hibridación accidental descubierta por el Padre Clément Rodier a finales del siglo XIX en el jardín de su orfanato en Misserghin, Argelia. El fruto de las clementinas es un hesperidio. El fruto es oval y pequeño, con una piel lisa y brillante de color naranja intenso. Se pela fácilmente y una vez hecho, se puede separar fácilmente en jugosos gajos en número de ocho a catorce. El fruto no contiene normalmente semillas, lo cual es una característica muy apreciada.
El árbol de la clementina (Citrus clementina) es un arbusto alto de 4 a 6 metros, con hojas y flores muy fragantes.