La Cica (Cyca Revoluta) es una de las plantas que podríamos considerar ”fósil viviente”. Ya existía antes de que aparecieran los dinosaurios y, de hecho, se cree que empezaron su evolución hace más de 300 millones de años. Una evolución que, a pesar del tiempo que ha transcurrido ya, apenas la ha cambiado mucho. Toda ella está diseñada para soportar diferentes climas, tanto los muy cálidos como los fríos, por lo que es perfecta para tener en todo tipo de jardines, independientemente de las temperaturas que haya en la zona.
La Cica es una planta conocida científicamente con el nombre de Cycas revoluta, pero comúnmente se le llama Palma de Sagú o simplemente Cica 🙂 . Pertenece a la familia botánica Cicadaceae, y es originaria del sur de Japón. Tiene un tallo cilíndrico cubierto de cicatrices que van dejando las hojas a medida que caen. Hojas que por cierto son pinnadas, de color verde intenso por el haz, y más claro por el envés, de hasta 150cm de longitud y coriáceas (es decir, un poco duras). Crece lentamente hasta alcanzar una altura total de 3m, pero en cultivo rara vez supera los 2m.
Es una planta dioica, esto es, hay pies machos y pies hembras. Los primeros emiten una espiga lateral que puede alcanzar los 60cm de altura; en cambio las segundas presentan unos conos redondeados los cuales contienen las macrosporas, que son esporas femeninas.
A pesar de su apariencia, no es una palmera. La cica, como dijimos, pertenece a la familia de las cicadáceas; las palmeras por el contrario son de la familia Arecaceae. Nuestra protagonista tiene un origen mucho más antiguo, y además a diferencia de las palmeras producen esporas para reproducirse.
Se trata de una planta del reino de la Gimnospermas (como las coníferas o el árbol de Ginkgo), que fue el primero en habitar el planeta Tierra hace unos 400 millones de años.
La cica es muy rústica y adaptable, pudiéndose tener tanto en maceta como en el jardín.