La Bignonia Blanca, cuyo nombre científico es Bignonia jasminoides o Pandorea jasminoides, es una planta trepadora perennifolia que puede también cultivarse como arbusto bien entutorada; pertenece a la familia Bignonaceae y es originaria de Australia. Crece rápidamente, pudiendo llegar hasta los cinco metros de alto, y se cubre de denso follaje, lo cual la vuelve ideal para cubrir muros o dar sombra sostenida por una pérgola. Puede también cultivarse en macetas o tiestos, con un soporte adecuado para que sus tallos no se venzan puesto que carecen de zarcillos para sostenerse por sí mismos.
A pesar de su poca resistencia los tallos que posee son leñosos, aunque finos. Sus hojas están compuestas por entre cinco y siete folíolos ovales, de tono verde oscuro y aspecto coriáceo; en la denominada Pandorea jasminoides “variegata” presentan manchas blanquecinas que le dan una vista muy decorativa.
Sus bellas flores tubulares, suavemente perfumadas, blancas o de color rosa muy pálido, se reúnen en inflorescencias de tipo racimo. La floración se extiende por más de seis meses, desde comienzos de la primavera hasta bien entrado el otoño; tener la precaución de ir quitando las que se marchitan (incluyendo el pedúnculo floral) para que continúe dando nuevas. Los frutos son capsulares, grandes y de forma oval, con muchas semillas en su interior; si se desea reproducirla mediante éstas hay que sembrarlas en primavera, pero durante todo el año puede hacérselo a través de acodos o de esquejes que enraízan fácilmente.
Necesita mucho sol, o en su defecto deberá estar ubicada en lugares muy luminosos; tolera la media sombra pero su floración será menos abundante. Los suelos donde se la ubique deben ser fértiles, con mucho humus, algo ácidos y con excelente drenaje. Precisa de bastante agua, por lo que el riego debe ser diario (moderado en el invierno) y hasta doble en los meses más cálidos. Conviene proporcionarle algún fertilizante líquido cada dos semanas, aunque diluido en mayor cantidad de agua que la que se indica en el envase. No le agradan los vientos fuertes ni el frío y ante la presencia de heladas en la zona se la debe poner a resguardo o cubrirla adecuadamente. Admite bien las podas, ya sea de mantenimiento o de formación.